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domingo, 2 de febrero de 2014

El infierno queda en Colombia

ELESPECTADOR.COM

Llevo ya varias columnas hablando de Bogotá y su tragedia en manos de Petro, por lo que hoy prefiero hablar de otra cosa para dejarlos descansar del alcalde. Pues yo no sé si ustedes están mamados o no del tema, pero a mí este asunto de Petro me tiene hasta la coronilla. Qué hartera de alcalde, qué hartera de discursos, que hartera Petro y su ineficiencia.Por eso quiero referirme a lo que está pasando en otro lugar del país que me duele. El departamento de Chocó, una región del país olvidada a su suerte en donde parecería que Dios salió corriendo para dejar a sus pobladores en manos del demonio, y, lo que es peor, en las de una clase política corrupta.No sé cuántos de los lectores han estado en el Chocó. Yo he estado y les confieso, sin ánimo de descalificar, que es exactamente como ir a uno de los países africanos más pobres. Cuando uno agarra un avión en Medellín y a los pocos minutos llega a África, produce un shock de aquellos que uno jamás podrá olvidar.La capital, Quibdó, no cuenta con acueducto, las calles están destrozadas, los colegios cayéndose, la pobreza se ve reflejada en cada uno de sus habitantes, los niños juegan en las calles entre el barro que se produce por un clima que tampoco se compadece de la zona. El calor infernal, sumado a la humedad, hace que uno difícilmente pueda respirar. Llama la atención que en medio de tanta miseria haya un barrio elegante, el barrio del Estado, le dicen los pobladores, pues allí hay unas lujosas mansiones que han sido construidas por los políticos corruptos, los que se han robado todo. Esa casa es la de los Montes, le dicen a uno, aquella la de fulano y esta la de tal exgobernador. Todo el mundo sabe quiénes se han robado la plata, pero nadie se atreve a denunciar porque los matan.En el Chocó sufre hasta el demonio, pues no sólo el calor es tremendo, sino que el diablo se sentiría mal allá pues sería un bebé en pañales al lado de los políticos corruptos que durante décadas han saqueado al departamento.Aparte de sus políticos corruptos, el Chocó jamás ha visto que los gobiernos lo apoyen. Contadas excepciones, los sucesivos presidentes reiteradamente han ignorado a ese departamento, como si de verdad no existiera.Como colombiano, confieso que me indigna pensar que sigamos pensando que acá hay ciudadanos de primera y de segunda. Esa es tal vez una de las peores formas de discriminación, inadmisible en estos días. Pues a los chocoanos los discriminan por el color de su piel, por ser pobres, porque no tienen quién los represente. De lo que sí estoy seguro es que Dios y los gobiernos se olvidaron del Chocó.Mientras tanto, nuestros políticos prometen y prometen. Todo eso da asco. Y mucho.

 

 

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