Que la música (igual que la palabra) va por delante perfilando un mundo sin fronteras ha quedado claro en el festival Sauti za Busara (?sonidos del conocimiento? en suajili) de Zanzíbar. Globalización (en los componentes de los grupos), mezcla (en los sonidos transfronterizos) y diáspora (como impulso) han sido la esencia de esta cita musical, una de las más importantes de África. La undécima edición acaba de cerrar sus puertas gracias a la inversión de noruegos (principal donante), alemanes (Goethe), el pueblo americano (un conglomerado de ONG), la República Francesa (ídem), los daneses de la organización Hivos y otros organismos que lo impulsan más allá de lo puramente musical, con el convencimiento de que lo cultural es riqueza, en general, y trabajo, en particular en este país situado entre los 40 más pobres.Y en la Stone Town ?el cogollo monumental, patrimonio de la Humanidad? de esta hermosa isla de mayoría musulmana y famosa por sus especies, sólo se oirá ya el sonido de las olas y los cánticos de las mezquitas. Atrás quedan grabados los millones de saludos con ?jambo? y ?karibu? de los locales, el eco instrumental y el desparrame fiestero durante cuatro días en el interior del fuerte árabe, frente a los jardines Forodhani y el mar. Para tres de las 32 bandas participantes (escogidas entre medio millar de candidatas), sin embargo, esto no termina aquí. Oy y Kazimoto han sido seleccionados por unanimidad por el proyecto Vis a Vis de Casa África ?organismo público con sede en Canarias que es quien nos ha traído hasta aquí- para realizar una gira por España en julio. Y la propuesta sociocultural The Nile Project para 2015.Así lo comunicaron en improvisada rueda de prensa, mirando al Índico, el grupo de promotores de festivales españoles (Etnosur, Pirineos Sur, Canarias Jazzás, Imaginafunk?) que desde hace cinco años se desplazan a África en busca de grupos emergentes y fuera del estereotipo étnico de la música continental. ?No en vano nuestro territorio cubre creaciones de 200 países, por lo tanto algo más variado que esos cinco habituales del pop rock?, comentaban. El Encuentro Vis a Vis supone un acercamiento cultural al continente a través de su música y un regalo para los escenarios españoles: gracias a él han pasado por ellos grupos como Touchwood, Takeifa, Domu Afrika Dub Squad o Ethiocolor.Lo que han encontrado ahora son dos grupos amamantados en la diáspora. Oy, un dúo formado por la talentosa ghanesa Joy Frempong y el suizo Lleluja-Ha, residentes en Berlín, sorprendió con un directo electrónico potente y su universo hilvanado de sonidos europeos y esas narraciones orales africanas comunes aquí para explicar el mundo. El segundo, Jagwa Music, liderado por el rapero Jackson Aluta Kazimoto. Este apareció un día con su colegas por el club Urbanspree de la capital alemana cargado de sonidos callejeros (el llamado mchiriku, una suerte de techno de andar por casa) nacidos en Dar es Salaam, su órgano Casio y botes de pintura como percusión, y produjo el mismo efecto allí que Oy en su actuación en Zanzíbar: dejó sin habla y emocionó. Los hermanos Teichman, de hecho, les montaron gira europea. Y con ellos (y los saltos descomunales de los alemanes a los teclados) se ha lucido Kazimoto aquí. Novedad de esta edición es que hasta ahora el Vis a Vis se había realizado con audiciones previa selección de grupos (en Senegal, Cabo Verde, Etiopía y Sudáfrica), pero ahora la cita era en el marco de un gran festival y en colaboración con la Embajada de España en Tanzania, así el compromiso era elegir un grupo nacional y otro no.Exceso de temperatura, algo de lluvia y mucha energía local fueron la salsa de un evento acogedor, organizado por la ONG Busara Promotions, cargado de platos fuertes (Jupiter & Okwes Internacional, Ebo Taylor, Joe Driscoll and Sekou Kouyate) y grupos de 30 países al que acudieron miles de turistas, fans, músicos y productores de otros festivales africanos en red (ver africanmusicfestivalnetwork.com).El look festivalero combinado con el burka no deja indiferente. Pero aquí sí. El diseñador Peter Bennet, uno de los Busara, 14 años en la isla, comentaba cómo las locales se lo calzan en casa y se lo quitan para bailar sin más. Sólo hubo desaliento por algún que otro detalle de seguridad. Los ladronzuelos hicieron su agosto electrónico mientras en el escenario brillaban las combinaciones multinacionales: senegaleses con suizos (Kara Sylla Ka); (austriacos con malgaches (HAJA The Groovy People); egipcios con suecos (Tarabband); tanzanos con finlandeses (Ashimba) o de once países: The Nile Project, tan potentes, que, excepcionalmente, tres festivales españoles se comprometieron a programarles en 2015. Estilos del lago Victoria trufados con los del Mediterráneo y once lenguas cantadas en seis voces (a destacar la sudanesa Alsarah). Sólo la nigeriana Wunmi, de poderosísima imagen, la herencia yoruba y el afrobeat hechos carne, podía competir con aquello. No ganó pero lo mereció.
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domingo, 23 de febrero de 2014
Un viaje musical de Berlín a Zanzíbar, pasando por el Nilo
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